Introducción: ¿Qué tiene que ver el campo y el COVID-19 con las crisis económicas y el alza de los precios de los alimentos? Aquí te lo explican los especialistas
Por: Mónica Elizama Ruiz Torres y Francisco Ernesto Martínez Castañeda*
Estos últimos meses, todos nos hemos percatado del alza de los precios de los productos de la canasta básica de alimentos, y seguramente muchos de nosotros nos hemos preguntado el porqué de este fenómeno. Si bien es cierto, la recesión económica que enfrentamos hoy no fue originada 100% por la pandemia, ésta pudo agudizarla en algunos sectores.
La FAO[2] ha declarado que el COVID-19 está teniendo profundas consecuencias en materia de seguridad alimentaria y nutrición ya que ha amenazado el acceso de varias personas en el mundo a alimentos, se han producido perturbaciones en las cadenas de suministros y existe una desaceleración económica global implicando una reducción en los ingresos y un alza en los precios de los alimentos.
México no es ajeno a este escenario mundial
México no es ajeno a este escenario, y la pandemia ha dejado al descubierto las débiles políticas que el gobierno mexicano venía implementado desde hace varias décadas en materia económica, de salud y de desarrollo social.
Las zonas rurales de nuestro país, históricamente han sido relegadas en materia política y económica, los programas que existen para su atención, han demostrado ser poco eficaces para el fomento a la productividad, apertura de centros de comercialización, capitalización de las unidades productivas, establecimiento de precios de garantía a los productos y mecanismos de comercio justo. A este devastado sector, en los últimos años y consecuencia del confinamiento que todos vivimos por COVID-19 se le sumaron las perturbaciones en las cadenas de suministro de alimentos.
La crisis del campo también afecta a restaurantes
El cierre de restaurantes y otros servicios alimentarios tuvo como consecuencia una marcada disminución de la demanda de alimentos perecederos como productos lácteos, frutas y vegetales[3], lo que provocó que los agricultores no pudieran vender sus productos y al no tener instalaciones de almacenamiento adecuado tuvieron que ser desechados.
El comercio exterior de productos del campo también se vio afectado por el cierre de fronteras y las restricciones que varios países colocaron a la exportación de algunos cereales y granos básicos como el arroz y el trigo.
La atención tardía de la Covid-19 fue el factor
Con respecto al proceso productivo, las alteraciones en la cadena de suministros se debieron, en gran medida al deceso de los productores a causa de una atención tardía de la enfermedad, y la ausencia de trabajadores temporales para los jornales en los procesos de siembra y cosecha. Uno de los ejemplos que se nos vienen a la mente cuando tocamos este punto tiene que ver con la producción de leche de pequeña escala en el campo mexiquense.
En el centro de México los sistemas de producción de leche de pequeña escala se caracterizan por tener un hato ganadero de entre 3 y 35 animales en producción más reemplazos y de 0.5 a 3 ha. de cultivo, principalmente forrajeros.
Estos sistemas son una fuente relevante de trabajo en zonas rurales, puesto que contratan jornaleros para las ordeñas diarias y apoyo a los cultivos, sobre todo en época de siembra y cosecha. El producto comercializado es leche, que es vendida a productores de quesos y finalmente distribuidos a lo largo de todo el centro del país. Durante el periodo de confinamiento, al existir restricciones sobre el tránsito de los consumidores en las ciudades de la región, la compra de productos lácteos (quesos y crema) disminuyó considerablemente, lo que obligó a los productores de queso a comprar menos leche.
La producción de leche en el campo mexicano asume las pérdidas económicas
En ese entonces, los sistemas de producción de leche tuvieron que asumir las pérdidas económicas al mismo tiempo que lidiaban con la poca o nula asistencia médica para el tratamiento de casos de COVID-19, enfermedades crónicas y mala nutrición de los integrantes de su familia. Resultado de todo esto, los hatos lecheros fueron reducidos notablemente en la región.
En el contexto actual, conocer que las perturbaciones en las cadenas de suministros de alimentos están sumando a la crisis y al alza de precios, es de suma importancia.
En nuestra opinión, mitigar los efectos negativos de la pandemia COVID-19 en la economía de las familias mexicanas dependerá, en gran medida de la creación de políticas que atiendan y respalden las cadenas de producción de alimentos desde su eslabón más vulnerable: los pequeños productores agropecuarios, porque de ellos depende el suministro de alimentos locales y regionales.
*Instituto de Ciencias Agropecuarias y Recursos Naturales, UAEMex
E-mail: monica.ruiz.torres24@gmail.com y femartinezc@uaemex.mx
[1] Los datos presentados forman parte del proyecto de investigación “Prospectiva económica y ambiental de los sistemas de producción de leche con énfasis en la pequeña y mediana escala, hacia el cumplimiento de la agenda 2030”, financiado por CONACyT a través de la convocatoria Ciencia de Frontera en la modalidad Paradigmas y Controversias de la Ciencia 2022.
[2] FAO (2020). Los efectos de la COVID-19 en la seguridad alimentaria y la nutrición: elaboración de respuestas eficaces en materia de políticas para abordar la pandemia del hambre y la malnutrición. Roma: Comité de Seguridad Alimentaria Mundial (CSA). Disponible en: https://www.fao.org/3/cb1000es/cb1000es.pdf
[3] Ibidem.