Mónica Elizama Ruiz Torres*
- Impacto de la crianza animal en el bienestar de las personas
La ganadería de traspatio consiste en la cría y manejo de animales, tanto nativos como criollos, en espacios aledaños a la vivienda, como solares y/o huertos familiares[1].
Estos espacios de crianza familiar toman su forma acorde a las necesidades de la familia y la disponibilidad de espacio con la que se cuenta. Entre las especies comunes en este tipo de ganadería destacan las aves de corral (gallinas, guajolotes y patos), cerdos, borregos, cabras y caballos.
¿Este tipo de ganadería es exclusiva de zonas rurales?
Esta ganadería no es exclusiva de las zonas rurales de México, actualmente, el traspatio también se ubica en zonas urbanas o peri-urbanas y aunque tradicionalmente se le ha visto como una estrategia para complementar la economía y la dieta de las familias, también es un sistema prestador de servicios ambientales, debido a que hace uso de los desperdicios de alimentos de casas, restaurantes y super mercados, además, provee de incentivos socioculturales para el bienestar.
Los cerditos de San Miguel Coatlinchán
Y qué mejor que ilustrar las funciones de la ganadería de traspatio que con un ejemplo[2]. San Miguel Coatlinchán es una localidad ubicada en el Municipio de Texcoco, Estado de México. Debido a su cercanía con la Ciudad de México, las actividades económicas predominantes se ubican en el sector industrial y el de servicios; sin embargo, hay presencia de granjas dedicadas a la crianza de cerdos.
¿Cómo operan ese tipo de granjas?
En promedio estas granjas tienen tres animales para reproducción, dos partos por año, ocho lechones por parto y lactancias de 40 días. Por regla, los lechones son vendidos al momento del destete, y aquellos que no se colocan en el mercado son engordados y vendidos entre las carnicerías locales. Las ganancias obtenidas son empleadas en los gastos de educación de las familias; es decir, pagos de inscripciones, colegiaturas, uniformes y útiles escolares.

Las redes sociales de la ganadería de traspatio
Adicional a esta función claramente económica, se detectó que los cerdos en San Miguel Coatlinchán son la base del establecimiento de algunas redes sociales, cuyo objetivo es el intercambio de favores, prestamos de sementales y compra-venta de lechones.
Además, los cerdos que son llevados a término funcionan como moneda de cambio para pago de favores y pago de préstamo de efectivo entre los productores.
La importancia de la crianza en las actividades religiosas
Al formar parte de la vida cotidiana de la comunidad, los cerdos también se han vinculado directamente a las celebraciones seculares y religiosas de la zona, tanto que, en las fiestas seculares no faltan las carnitas y el día del santo patrono los mayordomos ofrecen a la audiencia platos que incluyen arroz y cerdo.
Finalmente, la crianza de cerdos provee de un escenario ocupacional para personas que han sido descartadas del sector industrial, como mujeres, niños, adolescentes y adultos mayores.
El traspatio forja disciplina y carácter entre niños y adolescentes
Esto es relevante porque en el caso de los adultos mayores el sentimiento de “sentirse útil” puede ser un remedio eficaz para combatir la depresión, y en el caso de los niños y adolescentes, al dejar responsabilidades a su cargo, se forja disciplina y carácter.
En conclusión, la ganadería de traspatio claramente tiene funciones que van más allá del aspecto económico, quizá deberíamos de empezar a ver a la crianza de animales con otros ojos, pues nos puede ofrecer una alternativa a cuestiones de salud pública, conservación del paisaje y gestión ambiental.
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Doctora en Ciencias Agropecuarias y Recursos Naturales
Correo electrónico: monica.ruiz.torres24@gmail.com
[1] Alayon-Gamboa, José Armando (2015). Ganadería de traspatio en la vida familiar. Ecofronteras, 9 (54), 6-9.
[2] Para más detalles sobre el ejemplo consultar: Santos-Barrios, Leonel et al. (2019). An approximation of social well-being evaluation using structural equation modeling. In Data analysis and applications (Edt. Skiadas C. and Bozeman J.), Grat Britain: Wiley, 117-124.