Un fotógrafo empírico en el día del padre

Raymundo Hernández (fotógrafo)

El próximo domingo se festeja en México el día del padre, las familias se reunirán en torno a esos hombres que día a día han formado su propia historia y no hay mejor oportunidad para platicarles de mi padre, un fotógrafo que no estudió para serlo, se convirtió en fotógrafo con la práctica y el error, con la experiencia pero sobre todo con mucha constancia y dedicación.

Mi padre, está muy orgulloso de sus orígenes, no tuvo la oportunidad de recibir estudios, así que desde muy joven fue trabajador de la construcción. Así mantuvo a sus primeros hijos, mis hermanos. Fue en 1977, justo el año en que yo nací, cuando al estar trabajando en el bardeado de un terreno recibió una propuesta que le cambiaría la vida.

El dueño de la propiedad le preguntó si no deseaba trabajar en otra cosa, si tenía aspiraciones diferentes, porque habría la posibilidad de entrar a trabajar a la empresa donde el señor trabajaba; mi padre evidentemente se entusiasmó, era una oportunidad para cambiar de actividad, pero a la vez sabía que no tenía estudios, aun así aceptó la propuesta.

El lugar a donde le ofrecieron empleo fue Estadio, un periódico deportivo nacional, perteneciente a una prestigiada empresa editorial OEPISA. Se inclinó por el ámbito fotográfico porque desconocía cualquier otra actividad en el medio, así que lo enviaron directo al laboratorio, ahí conoció con precisión los rollos de película, la diferencia entre el color y el blanco y negro, los carretes, tanques, líquidos, ampliadoras, claroscuro y en general el proceso de revelado e impresión.

No estudio los principios básicos de la fotografía, de hecho ni cámara tenía, así que empezó por lo que en esa época consideraban desde abajo, el laboratorio; antes de tomar una cámara para hacer fotos, cosa exclusiva de los profesionales, tenía que saber revelar e imprimir, conocer la química y los efectos de los líquidos y la luz.

Vivió como la mayoría de los novatos, lecciones de los ya aventajados. En una de sus primeras lecciones de aprendizaje práctico en el cuarto oscuro, uno de sus compañeros que le enseñaba a revelar apagó la luz, sacó el rollo de la cámara, lo rebobino en el carrete, lo metió al tanque y prendió nuevamente la luz, le dijo que así se metía al tanque el rollo, que si había visto y puesto atención porque no le volvería a enseñar.

Esa enseñanza apenas fue una muestra de lo que le esperaba, sin embargo aprendió y aprendió bien, los fotógrafos del periódico confiaron plenamente sus fotografías para que fueran reveladas por mi padre.

En los tiempos libres empezó a salir a la calle con una cámara prestada y comenzó a tomar fotografías de todo lo que veía, luego en el laboratorio checaba sus negativos, advertía lo que hizo mal y lo que hizo bien, poco a poco empezó a tomar fotos con resultados más precisos, eso lo ayudó para ser considerado por un director de las revistas Halcón y Combates de Lucha libre de la misma empresa, para integrarse al equipo de fotógrafos.

Pasada esa experiencia por aproximadamente un año, fue designado responsable del archivo fotográfico de la empresa editorial, un compromiso mayor donde aprendió a clasificar y ordenar adecuadamente los negativos y las fotografías de los fotógrafos que trabajaban para las diferentes publicaciones.

Sin embargo decidió buscar otras opciones dentro de la rama de la fotografía, pues ya había tomado fotos y eso era lo que quería hacer, no encerrarse en el archivo. Así fue como formó parte del equipo de fotógrafos de diversos medios de comunicación impresa como El Noticiero, El Diario de Toluca y El Heraldo de Toluca.

También, gracias siempre a su excesiva dedicación al trabajo fotográfico fue jefe de fotógrafos y de departamentos de fotografía de comunicación social e institucional en diversas instituciones y dependencias gubernamentales.

Desde siempre a mis hermanos y a mí nos llevaba a sus trabajos, conocimos el cuarto oscuro, los químicos, las películas y las impresiones a la par que íbamos a la escuela, siempre creyó que si nos involucraba terminaríamos aprendiendo fotografía y no se equivocó, forjó y armó fotógrafos como él.

Pero los tiempos cambiaron y la fotografía se transformó, los conocimientos empíricos se rebasaron con la fotografía digital, los fundamentos son los mismos pero el aprendizaje es diferente. La sabiduría empírica con resultados eficientes se convirtió en un conocimiento obsoleto, ahora el estudio, la preparación teórica y académica son sustanciales para el desarrollo de la nueva era fotográfica.

El fotógrafo empírico que fue mi padre, poco a poco se transformó en un fotógrafo que aprende de los colegas, de la nueva ola de fotógrafos estudiados y capacitados, de sus mismos hijos que ahora le enseñamos algunas cosas, se prepara constantemente para la actual sociedad evidentemente visual. Mi padre fue un fotógrafo empírico y también fue un padre empírico, aprendió con la experiencia a hacer ambas cosas y hacerlas bien, creo que en las dos logró resultados aceptables.

Mi padre, Delfino Hernández Arzate, es el fotógrafo que maneja cámaras digitales y el software más famoso para editar sus fotografías, lee manuales, estudia los equipos, analiza la nueva teoría fotográfica, pero además tiene cinco hijos fotógrafos, cinco hijos que de una u otra manera debemos nuestra formación inicial a ese hombre que un día decidió cambiar su vida al tomar una decisión que por muy simple que parezca fue fundamental para trazar su destino.

Aprovechando el contexto del día del padre, va mi admiración y reconocimiento en primer lugar para mi padre, un excelente fotógrafo profesional que ha dedicado su vida al enaltecimiento de la profesión, a las dinastías de fotógrafos que día a día hacen imágenes espectaculares y a todos los fotógrafos que tenemos la dicha de ser padres y que sin lugar a dudas somos muy felices al tomar fotos de nuestras hijas o hijos.

Viernes 19 de Abril del 2024 1:27 pm