Sin sentido…

Sin sentido…

Por: José Contreras Contreras

 

¿Oficio político?

 

Aunque suene redundante, en la política lo más importante es el oficio político. Quien lo tiene, sí es político, quien carece de éste, podrá ser administrador público, empleado de gobierno, compadre o amigo del jefe en turno, pero nunca será político. Y eso es precisamente lo que quedó demostrado en las recientes comparecencias de seis miembros del gabinete estatal ante las comisiones de la LIX Legislatura del Estado de México, en el marco de la glosa del quinto informe de labores, o “de resultados”, como aquí se le intenta denominar.

Fueron siete los secretarios del gabinete del gobierno mexiquense que fueron requeridos por los señores y señoras diputadas de la LIX Legislatura mexiquense para ampliar la información contenida en el documento y sus anexos que días antes entregó el secretario General de Gobierno a los diputados, para dar cumplimiento a la obligación constitucional que tiene el jefe del Ejecutivo mexiquense de rendir cuentas de lo realizado ante la Legislatura, como representantes del pueblo del Estado de México.

En un análisis serio y responsable, se puede observar que en realidad las comparecencias no sirvieron para ofrecer información distinta a lo contenido en el informe de Eruviel Ávila Villegas, pues todos los datos y sobre todo las cifras que se vertieron en la Cámara de Diputados eran exactamente las mismas del documento, como parte de un guion muy bien escrito del cual estaba prohibido salirse o siquiera apartarse por un momento.

Fueron prácticamente dos los secretarios que aportaron algo más de lo ya escrito en el informe, si acaso precisamente el secretario General de Gobierno, José Manzur Quiroga, y el siempre llamativo titular de Movilidad, Isidro Pastor Medrano, quienes ofrecieron un poquito más de lo ya escrito, ya provecharon muy bien el foro para hacer anuncios que resultaron relevantes no solamente para los representantes de los medios de comunicación, sino también para la sociedad y los mismos legisladores.

El resto de los que desfilaron ante las comisiones legislativas se conformaron con reforzar la misma información, en muchos casos haciendo usos de los abultados anexos, esos que nadie lee, porque si los leyeran se darían cuenta que no les dijeron más de lo que ya había sido informado.

Pero el análisis que valdría la pena realizar sobre esas presentaciones que se dieron en la Cámara de Diputados local es precisamente el referente a quién sí y quién no tiene oficio político, porque de esa observación se podría llegar a conclusiones serias y objetivas sobre quién sí y quién no tiene “patas para gallo”, hablando de futurismo político, ahora que esa práctica está tan de moda.

En las comparecencias de los secretarios de estado se pudo observar muy claramente el tamaño de cada uno de los miembros del gabinete, y bajo esa óptica es muy posible determinar quién sí y quién no está preparado para, eventualmente, dar un paso más allá de la posición política que actualmente ocupan, e incluso se puede distinguir claramente quién está ahí por obra y gracia del Espíritu Santo y quien ocupa el cargo porque verdaderamente lo merece.

Hagamos este análisis con el orden en que las comparecencias se fueron realizando, para que nadie se atreva a decir que el análisis tiene “dados cargados” a favor o en contra de nadie.

 Quien “abrió plaza” fue el secretario de Infraestructura, Erasto Martínez Rojas. El “súper secretario”, como algunos lo llaman, demostró su tamaño. Serio, seco, tal vez un poco áspero, dejó muy en claro que hay pocos capaces de guardar tanta información en un solo cerebro, y demostró que para ser, hay que parecer. De oficio político podría llevarse un 9, en escala del 1 al 10, y aunque el tiroteo de los diputados estuvo fuerte, sobre todo tratando de entresacar información sobre las presuntas irregularidades financieras de algunas entidades y empresas, como la española OHL, pues el de Ecatepec dejó plasmado su talento y su apego a decir la verdad, por más que políticamente a algunos espante esa práctica.

Luego llegó la prueba de fuego para Alejandro Gómez Sánchez, quien dejó observar lo mucho que ha madurado como persona y como político desde que llegó y hasta la fecha como Procurador General de Justicia del Estado de México. Nadie desconoce que es ese quizá el cargo más incómodo que existe en el gabinete estatal, pues es una posición muy similar a la del cohetero, aquél al que en los pueblos le chiflan si el cohetón “se surra”, pero también le llueven chiflidos cuando éste estalla poderosamente.

Nunca habrá nadie total y absolutamente conforme con el trabajo del Procurador General de Justicia del Estado de México, siempre habrá algún aspecto en el cual rascarle y tratar de evidenciarlo, pues quizá nadie como él tiene a su cargo una función tan delicada, tan sensible y tan observada por la sociedad, por lo que el hecho de haber salido por lo menos vivo de la “carnicería” legislativa ya hace que se le dé por lo menos un 8 al oficio político demostrado en la ocasión.

Luego llegó don Joaquín Castillo, el secretario de Finanzas, a quien se le observó como lo que es, un talento en el manejo de los números, área en la que, por cierto, permitió a todos darse cuenta que en la actual legislatura no hay nadie que tenga el tamaño como para ponerse al tú por tú en cuestión de cifras, como sí lo hubo en otras legislaturas, sobre todo entre las filas de Acción Nacional. Él salió muy bien librado del ejercicio de la comparecencia, y quizá su oficio político no quedó muy de manifiesto, pues bastó con su capacidad financiera para dejar calladito a más de un diputado que expuso que son buenos para el bla, bla, bla, pero para los dígitos son muy limitaditos.

El tercero en la palestra fue quizá la peor decepción. César Nomar Gómez Monge, el otrora “niño genio” de la política naucalpense, permitió observar que, como realidad, fue una gran promesa, porque ciertamente nunca creció ni alcanzó ni alcanzará el tamaño necesario para subirse a las “grandes ligas” de la política mexiquense y mucho menos a la nacional a la que siempre aspiró pertenecer.

A Gómez Monge le fue “como en feria”, pero como al “negro” de la feria, ese que sacaba la cabeza por en medio del tiro al blanco para que todos descargaran su furia a pelotazos. El titular de Salud fue simplemente avergonzado en la comparecencia, en la que ni siquiera fue capaz de brindar los datos de su sector, el cual, por cierto, observa un estado algo así como de “enfermo terminal”. Las deudas millonarias, la falta de insumos en clínicas y hospitales, la mala atención a los usuarios, y las pésimas condiciones en que se encuentran centros de salud que no tienen mucho de haber sido inaugurados, fueron factores que aprovecharon los diputados de oposición, sobre todo los del Partido de la Revolución Democrática, para dar una “revolcada” al naucalpense, quien lo único que atinó es a buscar causales “electoreras”, antes de tener un poquito de humildad y ser capaz de reconocer que su trabajo no está mal, sino simplemente está pésimo.

Pancartas, cartulinas y lonas exigiendo su renuncia en pleno salón Benito Juárez de la Cámara de Diputados, un desorden absoluto y un desaseo evidente en la forma de presentarse y actuar frente a viejos políticos de izquierda, fue el resultado de esa penosa comparecencia, como quizá nunca antes se había visto otra, tal vez producto de que tampoco nunca antes las cosas habían estado tan mal en el sector salud como hoy lo están.

Claro que todo hecho tiene un por qué, y este no es caso de excepción. Quienes rodean a César Gómez Monge saben que su peor defecto es la soberbia y la carencia absoluta de oficio político, y eso quedó plenamente demostrado en la lastimosa comparecencia de quien alguna vez fue un gran “proyecto” político pero que por sí mismo se encargó de destruirlo, a pesar de que haya todavía uno que otro, y otras, lamebotas, que a lo único que se dedican es a decir a su endulzado oído que él es el más bonito, que él es el más talentoso, y que él es el “gobernador que el Estado de México necesita”, aunque todos sabemos que eso no es más que para seguir viviendo a sus expensas, como zánganos que son.

Luego hicieron su presentación dos de los más “cascados” políticamente hablando. Primero, Arturo Osornio Sánchez, hoy secretario de Desarrollo Social, quien ha pisado creo que todas las posiciones del gabinete legal y ampliado, menos la presidencia estatal del DIF, y que por lo tanto le sobran horas de vuelo para saber cómo salir del tira-tira con los diputados, sobre todo los de oposición.

Osornio Sánchez no dijo nada nuevo, mucho menos se atrevió a negar que la pobreza es y sigue siendo uno de los cánceres más arraigados en nuestra devastada sociedad, pero por lo menos tuvo el talento para no confrontarse sino aprovechó cada una de las observaciones hechas a su área por los legisladores, para hacerles sentir que les va a hacer caso para mejorar las cosas.

Después llegó partiendo plaza, como es su ancestral costumbre, el “comandante” Pastor Medrano. Don Isidro es de esos a los que se les puede negar todo, menos el oficio político. Mucho fue lo que días antes algunos diputados dijeron que le iban a cuestionar, que se le iban a ir a la yugular, pero ya cuando lo tuvieron frente a frente, simplemente agacharon la cabecita, pues saben que ganarle una discusión al “comandante” es más difícil que sacarse la Lotería Nacional sin comprar boleto.

El cierre de la corrida le tocó al responsable de la política interior de nuestro adorado Estado de México, José Manzur Quiroga observó a propios y extraños que para ser torero hay que parecer torero, y él lo parece y lo es. El diálogo con los legisladores fue una cátedra de lo que se puede y no se puede hacer en política. Respuestas breves, contundentes, bien dirigidas, con datos duros e información ampliada, fue lo que caracterizó su presentación. Dar un 10 a don Pepe Manzur sería muy complaciente, pero hay que reconocer que pocos se lo hubieran ganado tan acertadamente.

En síntesis, el señor gobernador y quienes toman las decisiones políticas en este país tuvieron una alacena por demás eficiente para observar quién es quién, desde el desafortunado escándalo de la comparecencia del “niño” secretario de Salud –antes por lo menos su pretexto era la juventud—hasta la prosapia de los del viejo cuño como Arturo Osornio e Isidro Pastor, pasando por la rigidez de quien necesita echar menos almidón a sus caminas antes de ir a trabajar a la Súper Secretaría de Infraestructura, y el talento nato de Manzur Quiroga. Hay les dejo el análisis de algo que todos vimos, ojalá lo sepan aprovechar. ¿O no?

Viernes 19 de Abril del 2024 10:26 pm