Sin Sentido…

Sin Sentido…

¿Y las otras Marías Villar Galaz?

 

Por: José Contreras Contreras

 

El secuestro y asesinato de la española María Villar Galaz deja muy mal parado a este pobre país. Todavía no acabamos de recuperarnos de la desastrosa visita del candidato estadounidense Donald Trump y la fatídica consecuencia que eso trajo al sistema político mexicano, cuando ahora tenemos que enfrentar una mancha más al tigre, la cual, sin lugar a dudas, mostrará nuevamente a nivel internacional lo mal que estamos en materia de seguridad pública y procuración de justicia en esta maltratada tierra mexicana.

Es lamentable por donde quiera verse lo sucedido a esa ciudadana española, sobrina nada más del presidente de la Federación Española de Futbol, el balompié más caro del mundo entero, una de las empresas más cotizadas de todo el orbe. Pero lo más lamentable es pensar que el caso de María Villar Galaz no es el único que ocurre en esta nación.

Es cierto que este suceso hará más ruido que ningún otro, porque se trata de una ciudadana extranjera con lazos consanguíneos directos con uno de los hombres que más pesa en el mayor negocio del mundo: el futbol. Pero no es el único.

Desgraciadamente todos los días hay “Marías Villar” en esta nación, y específicamente en la conurbación más grande del país, esa zona de nadie que comparte la Ciudad de México y el Estado de México, donde nos concentramos más de 22 millones de personas, todas ellas potenciales víctimas de un atroz secuestro y asesinato de tal magnitud.

Y es que no se necesita tener una tarjeta de crédito de platino internacional como la que parece que desembocó todo este asunto, sino basta que un obrero u obrera vaya al cajero bancario a retirar sus méndigos mil pesos que le depositan a la quincena para convertirse en víctima potencial de quienes no les gusta trabajar y están convencidos que en el país de la impunidad es más fácil obtener dinero ajeno.

Es lamentable sí que una ciudadana de otro país, del que sea, sea víctima en este suelo mexicano de un ataque de esa magnitud, más porque le costó la vida, pues si ya de por sí era lamentable el hecho que la hubieran asaltado, es imperdonable que le hayan arrebatado la vida, incluso a pesar de que su familia ya había pagado un “rescate” para recuperarla y que no la asesinaran.

Don de esas cosas que se lamentan, pero debe ser más preocupante para las autoridades, de los tres niveles de la administración pública, el hecho de que esto ocurra, sea quien sea la víctima, y lo malo es que sucede todos los días, en cualquier zona geográfica, no se necesita salir del centro comercial Santa Fe para ser víctima de este tipo de sujetos.

Lo que debería preocuparnos a todos los mexicanos no es explicar si el crimen se cometió en el territorio de la Ciudad de México o en el Estado de México, o que si el cuerpo de la española se localizó en territorio municipal de Tianguistenco o de Toluca. Eso verdaderamente es irrelevante, solo para los politiquillos que nos gobiernan importa eso.

Lo que verdaderamente reclama la población mexicana es que la autoridad explique por qué no ha hecho nada para evitar este tipo de casos, por qué tenemos que despertar cada día con la incertidumbre de cuántos habrán matado la noche anterior, por qué tenemos que tragarnos todas las mañanas noticiarios de radio o de televisión plagados de notas rojas, de lamentables muertes, de hechos violentos como el de María Villar Galaz, aunque las víctimas no sean tan “importantes” o “famosas” para la autoridad.

Conociendo como funciona este país, seguramente en unos cuantos días nos presentarán a un par de pelafustanes que nos dirán que ellos fueron los que secuestraron y asesinaron a esta ciudadana española, sea o no cierto, pero con el ello la nación azteca habrá cumplido nuevamente su ritual de dar un chivo expiatorio a la turba que reclama justicia, sean españoles o totonacas.

Desgraciadamente, detrás de la fama y el negativo reflejo internacional que tendrá una vez más este caso, se ocultan muchas más “Marías Villar”, porque en este territorio mueren todos los días cientos de mujeres y hombres que, como no son sobrinos del presidente de la Federación Española de Futbol, pues nadie voltea a verlos, pero ahí están, sumando cuentas en la aparentemente interminable lista de víctimas de la violencia.

Hay que poner un alto, el cual, por cierto, no está en la cantidad de policías que pongamos en las calles y ni siquiera en los sofisticados sistemas de video vigilancia que seguramente nos permitirán conocer en unas cuantas horas qué paso con María Villar Galaz desde que fue plagiada hasta que fue asesinada. No, lo que se necesitan son medidas de fondo para abatir la impunidad con la que actúan esos seres patógenos que tanto daño hacen a todos los mexicanos, no solo a los que secuestran y asesinan.

Pero, sobre todo, necesitamos enderezar este barco que poco a poco se nos va a pique para que genere las plazas laborales indispensables para dar empleo a cientos, o miles, de desgraciados que hoy delinquen de esa forma porque no tienen nada mejor qué hacer, y, por cierto, también necesitamos salarios dignos, pagados puntualmente y de forma decorosa, para que deje de ser más atractivo secuestrar y asesinar que laborar honestamente. ¿O no?

Jueves 02 de Mayo del 2024 3:56 pm