José Contreras Contreras
TOLUCA, México, 2 de Dic.- Las piñatas, ese tradicional artículo que recuerda a las posadas, e incluso fiestas de cumpleaños, capaz de brindar felicidad a chicos y grandes cuando se rompe y de ella caen dulces o sorpresas, está prácticamente en peligro de extinción, porque las materias primas para elaborarlas cada vez son más caras e incluso porque la tradición ha sido superada por la necesidad económica de la mayoría de la población.
Agustina Cruz Cázares, vecina del barrio de Zopilocalco, en Toluca, quien lleva treinta años elaborando brillantes piñatas, explicó que las ventas van a la baja, a pesar de que la temporada de posadas está cada vez más cerca.
Dijo que el precio de las materias primas es el principal favor que afecta la venta de su producto, porque antes se invertía poco y se obtenía una ganancia que les permitía a los productores vivir económicamente incluso hasta la próxima temporada buena de ventas, que era la del Día del Niño, el 30 de abril.
“Se gana poco, por eso se está perdiendo la tradición. Cada vez somos menos quienes nos dedicamos a la elaboración de piñatas”, precisó.
Recordó que a ella le enseñó una vecina del barrio de Zopilocalco, hace tres décadas. “Entonces hacíamos todas de ollas de barro, las cuales casi nos regalaban, pero ahora nadie quiere de esas, todos buscan las de papel, incluso de formas de personajes de la televisión, y ya casi nadie está dispuesto a pagar por ellas”, acotó.
Señaló que, a precio de mayoreo, ella coloca cada piñata chica a 12 pesos, mientras las más grandes las vende a 30 pesos a los distribuidores, principalmente del mercado 16 de Septiembre, con quienes siempre ha operado.
“Son unos cuantos pesos los que logramos ganar ahora, cada vez invertimos más y obtenemos menos por ellas”, señaló.
Afirmó que ella es capaz de producir unas 600 piñatas chicas e igual cantidad de grandes, comenzando a elaborarlas desde el mes de junio o julio, cuando se preparan para la venta decembrina.
Hizo un llamado al gobierno federal y estatal a que tomen en cuenta a los productores de piñatas, que los respalden y, sobre todo, que les cobren menos impuestos, porque lo poco que ganan se les va en eso.
Pese a la difícil situación que atraviesa esa actividad, Agustina Cruz Cázares se dice orgullosa de su trabajo, del producto que elaboran, e incluso recordó que sus piñatas han sido llevadas a Canadá y a China para festividades de algunos de sus clientes, embajadas o para decorar iglesias en Navidad.