Amanecer en La Marquesa entre miles de peregrinos; la fe que mueve montañas

Agencia MVT / Ingrid A. M.
Ocoyoacac, México, 19 de Febrero de 2019.- El frío de la madrugada en el Parque Nacional La Marquesa comienza a disiparse lentamente entre delgadas capas de hielo que comienzan a derretirse con la presencia de los primeros rayos del sol.
Hacia las 7:00 horas, el paraje conocido como Santa Cruz muestra algunos bancos de niebla mientras comienza la misa para los miles de peregrinos que tienen como destino la Basílica de Guadalupe.
La mínima en la zona fue de 5 grados centígrados. Alrededor de las tiendas de campaña y de quienes durmieron a la intemperie únicamente envueltos en cobertores hay estacionados autobuses, camionetas y coches con imágenes de la virgen de Guadalupe decorados con flores y adornos coloridos. No deja de escucharse la canción «La Guadalupana» desde bocinas y altavoces.
Ha pasado un día desde que los peregrinos salieron del centro de Toluca y falta un día más para que lleguen a su destino en la Ciudad de México.
En la periferia al lugar donde se realiza la misa se perciben aromas a café, tamales y chilaquiles, de cuyas ollas emanan vapores impulsados por anafres con carbón.
También hay comerciantes ofreciendo  sombreros de palma y artículos religiosos como bolsas con la imagen de la virgen, pulseras y rosarios, aunque la mayoría de los peregrinos ya van preparados para las dificultades que implica el trayecto, incluyendo banderas de gran formato con los colores verde, blanco y rojo, y como símbolo la virgen de Guadalupe debajo de los nombres de las diferentes delegaciones de la diócesis de Toluca que son conformadas por alrededor de 20 municipios mexiquenses.
Finalmente arranca la misa. Los fieles creyentes se congregan en un espacio a lo alto del paraje en donde el sacerdote comienza la homilía y les recuerda a todos los presentes que este peregrinar representa la fe católica de cada uno de los asistentes.
Héctor Garduño Garduño, quién desde el sábado emprendió la caminata con la peregrinación que salió de su pueblo Jacal Yebuciví, en el municipio de Almoloya de Juárez, porta una corona de espinas en la cabeza y en las manos una pequeña imagen de la virgen que dijo lo acompañará durante toda la peregrinación.
Sus amigos quienes también van en la peregrinación, lo apadrinaron con una corona de espinas que notoriamente le aprieta la cabeza y que tras poco tiempo se usarla le comenzaba a sacar sangre, misma que explicó solo la ponen a una persona cuando acude por primera vez a la peregrinación.
«Sí duele (la corona) pero hay que aguantar y si se va enterrando no me la voy a quitar hasta que lleguemos a la Basílica, es una promesa», dice, luciendo algunas manchas de sangre en las sienes.
El año pasado acudió como ciclista para pedir por su la salud, el trabajo y vida de él y su familia, pero este año, sus plegarias se enfocan en su pequeña hija de tres años, quién tiene problemas de salud constantemente y aún no desarrolla el habla.
Acompañado de 23 hombres de la comunidad y 12 mujeres jóvenes, Garduño Garduño comenta que está es una experiencia de fe y que se aminora el cansancio cuando se tiene clara la razón por la que acuden a la peregrinación número 81 y por el apoyo del resto de los peregrinos.
Como la de él hay incontables historias que se entrelazan con el objetivo en común de llegar al recinto religioso más importante de América Latina.
Poco antes de las 9:30 horas, la peregrinación ha salido de forma ordenada del lugar con dirección a la Ciudad de México y hará una última escala antes de llegar a la Basílica de Guadalupe, este miércoles, donde les oficiarán una misa en este recinto religioso a las 20:00 horas.
El regreso a sus lugares de origen está previsto para el jueves a las 13:00 horas.

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