Noche de muertos en Toluca: entre la fiesta y la instrospección

Agencia MVT

Toluca, México, 2 de noviembre de 2018.- El humo que sale de las fogatas alrededor de las tumbas del Panteón de San Pablo Autopan pica la nariz e impregna la ropa. Hacia la madrugada en que se velan a todos los fieles difuntos, este lugar pasa de ser un quieto cementerio a parecer un hormiguero con un vaivén de gente que ha acudido a pasar la noche.

Los sonidos que se perciben van de rezos hasta música de tambora y mariachi, cuando no predomina el sonido del paso de la gente entre el fango, pues no ha dejado de lloviznar en gran parte de la velada.

El Panteón de San Pablo es el camposanto más grande en la zona norte de Toluca y congrega a fieles mayoritariamente de la etnia otomí, por lo que no es extraño escuchar a la gente expresándose en su lengua madre, aunque la totalidad de los rezos que se realizan durante la noche y madrugada se hace en español.

Según los censos, se estima que alrededor de 5 mil personas en San Pablo Autopan viven en hogares indígenas, de los cuales al menos la mitad es bilingüe.

El ambiente de fiesta se corona con rollos de flores que avanzan en hombros o en carretillas, además de las gruesas de cirios que cargan mujeres. Aunque es una de las comunidades con mayor grado de marginación en el municipio de Toluca, el pueblo hace honor a su significado en náhuatl, pues Autopan se traduce como «en tierra fértil».

Y es precisamente que San Pablo es fértil respecto a su herencia cultural y sus tradiciones, pues a diferencia de algunos panteones de ciudad en los que predomina la fiesta y los disfraces, en este sitio la fe se traduce en recogimiento, sonrisas y saludos entre vecinos que se conocen de toda la vida y toda la muerte.

En pequeñas ofrendas de fruta y pan envueltos en un pequeño mantel bordado con motivos alusivos al pariente fallecido es como se extiende sobre la tumba el festín que las ánimas han de darse en la víspera, mientras que para algunos la llovizna pasa a segundo plano pues han llegado al panteón listos para dormir sobre las tumbas de sus familiares.

«Venimos a visitar a mi hijo que desafortunadamente perdimos hace cuatro años», refiere Miguel Hernández, quien en años previos solía venir a acompañar a otros familiares a velar a parientes lejanos pero ahora dedica su atención en decorar la tumba del único de sus hijos que ha fallecido; «hasta que Dios nos preste vida vamos a venir a velarlo».

Acompañados de pan de amasijo y ponche, Miguel, su esposa y sus otros dos hijos sobrellevan la noche mientras se guarecen con un plástico para aguantar la llovizna que viene y va en la zona.

A las afueras del panteón hay una auténtica verbena, pues lo mismo se escucha desde música a todo volumen, como venta de flor, velas y comida.

Noche de ronda en Santa María de las Rosas

A la luz de velas, con café o bebida en mano y bien abrigados es como Alma Lilia Gamboa Castañeda acude al Panteón de Santa María de las Rosas, en otro punto de la capital mexiquense.

Cuenta que desde pequeña ella recuerda que su abuela les inculcó la tradición de ir al panteón durante toda la noche y retirarse después de la misa que se realiza a las 7:00 horas por la mañana del 2 de noviembre.

La muerte de su abuelo, pese a su corta edad fue la primera vez que fue consciente que todos moriremos y eso la anima a seguir acudiendo a velar a sus parientes.

Acompañada por su hijo y más niños de la familia, destaca que la convivencia con sus seres queridos vivos y muertos es lo que más cuenta en estas fechas; «compartir en familia y con mis muertos una noche más».

En este cementerio que se ubica en la Colonia Santa María de las Rosas los familiares de los difuntos llevan pequeñas bocinas que colocan en medio de las tumbas para poner la música que más les gustaba en vida. Quienes van más preparados incluso organizan karaoke con una bocina, un micrófono y un pequeño celular en el que se lee la letra de las canciones, aunque esto no desplaza a los mariachis que desfilan tumba por tumba tocando los temas más socorridos de la temporada; «Un puño de tierra» y «El rey» son las canciones que más suenan.

Al igual que en gran parte del municipio, la lluvia de la madrugada no logra que quienes ahí se encuentran desistan de su objetivo por quedarse toda la noche, pues las familias ya preparadas comienzan a armar carpas para resguardarse.

Para Graciela Morales la ocasión no debe prestarse para una fiesta ni ingerir bebidas alcohólicas, pues considera que esta velada tiene el mismo sentido de un velorio, es decir, guardar compostura y rezar.

La familia Morales acude a visitar la tumba de su papá como cada año. Ahí platican y realizan algunas oraciones durante la noche pero no cenan, ni cantan, pues también es día de respeto para ellos.

«Si viene uno es para estar a lo mejor rezando un rosario, estar en la tumba lo que aguante uno, pero eso de que estén tomando, que las bocinas y la música a mí la verdad no me agrada», indica.

 

Viernes 19 de Abril del 2024 1:48 pm