“Mi único delito es trabajar”, asegura ambulante de frutas

Agencia MVT / Ingrid Ahumada Mañon

TOLUCA, México, 5 de Marzo del 2018.- Su principal impulso es sacar adelante a sus 6 hijos, brindarles lo mejor posible, enseñarles la importancia del trabajo y la responsabilidad al ser ellos sus propios jefes, como comerciantes ambulantes.

María Francisca Feliciano y Pablo López, familia de comerciantes ambulantes de fruta y verdura, con ánimo y alegría venden lo más barato posible sus productos de «buena calidad» a personas que transitan la calle José María Morelos y Pavón, en el centro de la ciudad de Toluca.

«Llegamos a las 08:00 de la mañana y los papás que vienen a dejar a sus hijos a las escuelas que están por aquí o los que van a trabajar pasan y nos compran fruta para desayunar, ya en la tarde, a la hora de la comida, también pasa bastante gente y la venta es buena, no nos podemos quejar», indicó Pablo López.

Con su hija más pequeña, de 5 años, dormida sobre una chamarra en la acera, establecen un pequeño puesto en el que distribuyen bolsas previamente pesadas por kilo de guayaba, mamey, mango, carambola, jitomate, limón, chiles y lechuga, también ofrecen papaya y piña, productos que compran a la semana con la esperanza de no perder ganancia al no venderlos y que se echen a perder.

Pablo López relató que por la mañana preparan las bolsas pesadas por kilo, al salir de casa motiva a sus hijos a vender al menos 3 bolsas cada uno, dinero que les servirá para llevarse a la escuela y comprar lo que se les ofrezca.

«La importancia de enseñarlos desde pequeños la responsabilidad y lo que cuesta ganarse el dinero, lo que venden en la mañana se lo quedan para el día en la escuela y comprarse lo que quieran, yo he cometido muchos errores en mi vida y no quiero que ellos los cometan, por eso me interesa mucho educarlos por el camino del bien», añadió.

Relató que desde los 9 años su abuela paterna le enseñó el trabajo de un comerciante, actividad que lo motivó a moverse y conseguir algo mejor en Houston, Texas, Estados Unidos, donde logró establecerse durante 7 años vendiendo paletas de hielo, negocio que le permitió llegar hasta Nueva York un par de meses, pues después fue deportado al país centroamericano de Honduras.

“En Estados Unidos conocí mucho, la experiencia como inmigrante fue diferente, pero le mentí a las autoridades y les dije que era hondureño para que me dieran permiso de estar ahí y trabajar, porque en ese entonces les habían dado refugio a los hondureños por un huracán que los afecto», indicó.

Al ser cuestionado por la dificultad de su trabajo como ambulante, refirió que lo más difícil es el apoyo de las autoridades, ya que -dijo- «mi único delito es trabajar», pues señaló ha solicitado el permiso correspondiente y no ha tenido éxito, hecho que lo expone a ser despojado de su mercancía y quedarse sin fuente de ingreso.

Finalmente, explicó que el regateo es otra barrera con la que día a día deben luchar, ya que -precisó- las personas le exigen precios baratos y productos de buena calidad, sin detenerse a observar el trabajo que implica por lo menos el traslado de los productos.

«Nunca faltan las personas que por vernos en la calle regatean, pero no piensan que todo trabajo requiere algo y aquí nos esforzamos por traer lo mejor y barato, por ejemplo a la guayaba yo le sacó dos pesos nada más al kilo, si me va bien me llevo 200 pesos al día, aunque hay días que me va muy bien y saco 700 o 900 pesos», concluyó.

Viernes 19 de Abril del 2024 2:32 pm